La emigración italiana se prolongó desde las últimas décadas del siglo XIX hasta los años setenta y se caracterizó por la dispersión geográfica por todo el mundo. Los llamados "factores de expulsión" se referían a la agricultura, amenazada por las importaciones baratas de trigo y otros cereales estadounidenses, la competencia de algunos países europeos en el comercio del aceite y el vino y, sobre todo en las regiones meridionales, la extensión del latifundio y la práctica de técnicas culturales primitivas.
La maleta ha sido durante mucho tiempo el símbolo de la emigración. Antes de la maleta existía el "fardo": un trozo de tela, un chal en el mejor de los casos, en el que se envolvían las cosas para llevarlas al nuevo país. La palabra "infagottare" se utiliza mucho en sentido figurado: cubrir, vestir, liar a una persona con ropa, telas pesadas y abundantes para hacer un fardo. En algunas de las fotos publicadas aquí, se puede ver a mujeres "liadas"; ellas mismas son equipaje en el sentido de que llevan más ropa, en capas, para no dejar sus posesiones, pobres y por tanto preciosas, desatendidas en las bodegas.
Y en el fardo, o en la maleta, había todo un "mundo": recuerdos de familiares ahora lejanos, una nota para un pariente o un paisano, a veces una carta de presentación para alguien que, se esperaba, podría prestar ayuda, comida, un instrumento musical... un mundo, en efecto.
Y también, para los más previsores, un vocabulario "hágalo usted mismo". En los Archivos Cresci hay un cuadernillo de vocabulario inglés, en el que se pueden leer frases como: 'Ianmen, ai nide bai santin ciu it, iu uil scio mi becher sciop Giovanotto, io abbisogno comprare qualche cosa da mangiare, voi volete mostrare me bettiere bottega'.