Después de la Segunda Guerra Mundial, los italianos empezaron a salir de nuevo, con la ayuda de acuerdos interestatales -armas e inteligencia a cambio de materias primas- hacia los países de Europa y hacia Argentina y Australia
Siguen pagando un alto tributo: en Marcinelle (Bélgica), en agosto de 1956, por ejemplo, una tragedia minera se cobró 237 víctimas, 139 de ellas italianas.
El flujo se detuvo en los años setenta. El Ministerio de Asuntos Exteriores calculó que, en 1994, el número de oriundi italianos en el mundo ascendía a más de 58 millones: otra Italia fuera de Italia.