Es el sector de la restauración en el que los emigrantes italianos y sus descendientes han trabajado y siguen trabajando en gran número y con éxito en todos los países del mundo. Al principio eran vendedores ambulantes de helados en verano y castañas asadas en invierno; entre ellos predominaba la presencia de gente de Lucca y Parma. Una vez que se convirtieron en residentes permanentes, tuvieron sus primeras experiencias como trabajadores subordinados: camareros, escultores y luego cocineros en restaurantes y hoteles. Por último: propietarios. Si los primeros restaurantes eran lugares de socialización de nuestros compatriotas, pronto atrajeron a clientes de todas las etnias y se extendieron como la pólvora por el territorio de cada ciudad.
También en este sector la familia ha sido siempre una parte decisiva del desarrollo de cualquier proyecto migratorio, ya que la gestión de las distintas actividades es casi exclusivamente obra de la familia. Además, ahora que muchos cocineros y restaurantes italianos están considerados entre los mejores del mundo, merece la pena recordar a los primeros "cucinieri" no iniciados, hombres que se improvisaban como tales recuperando de la memoria fragmentos de las actividades culinarias de sus mujeres y esforzándose por reproducirlas.
Ejemplar es el desarrollo de este tipo de emigración al Reino Unido. Desde Londres, primer punto de atracción, se desplazaron progresivamente a las grandes ciudades de provincia, de Manchester a Liverpool; a las zonas industriales del sur de Gales; a Escocia, sobre todo a Glasgow; y también a Irlanda, a Dublín, abriendo tiendas y bares en todos estos lugares.
Estos lugares de refresco, que se extendieron como la pólvora incluso en ciudades muy pequeñas, se convirtieron en lugares de socialización, ayudando a nuestros compatriotas a integrarse en un entorno que, debido a las dificultades del idioma, las costumbres y las tradiciones, les parecía poco propicio.
El mismo proceso tuvo lugar con las heladerías: el primer paso fue la venta veraniega en carro, después vinieron las heladerías, en las que, debido a las condiciones climáticas desfavorables durante la mayor parte del año, se vendían también otros productos: agua mineral, refrescos diversos, café, pasteles, mermeladas y chocolate. Fue Escocia la que se vio especialmente "invadida": en los primeros años del siglo XX había en unas doscientas localidades unas mil heladerías con unos cinco mil empleados.
En los inicios de su actividad "empresarial", una curiosa razón del éxito de los pubs, que a menudo se limitaban a vender fish and chips, era que se diferenciaban de los pubs tradicionales, frecuentados sólo por hombres (no se admitían menores, dada la gran cantidad de alcohol que se consumía). Los pubs italianos, en cambio, estaban abiertos a mujeres y niños por la misma razón (no se vendían bebidas alcohólicas).